La Reconciliación Las Tres Etapas del Perdón. 

Vamos a comenzar con un estudio de Filipenses 2, versículos 5-11, y vamos a hablar sobre el tema de la Reconciliación. Leemos el texto bíblico en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 5 Haya pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qu e aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre. Si buscamos esta palabra en un diccionario de la lengua española encontraremos la siguiente definición: “el amor es un sentimiento de afecto hacia algo o alguien”, es decir, todavía se define el amor desde el punto de vista de las emociones, se le entiende como un sentimiento. Esto reduce el amor al sentimentalismo, que cuando hay sentimiento hay amor, cuando no lo hay, ya no hay amor. Pero Jesús no lo entendía de esta forma.
Recordemos que en el griego hay varios tipos de amor (Obs.: entendían el amor como una forma de unirse con otra persona o algo). Algunos de ellos son:

Al conmemorar un año más de la muerte de Jesús, la pasión, la muerte y la resurrección, se celebra la Semana Santa, pero también es importante saber qué es la Semana Santa.

Es un acto de reconciliación, la esencia de esta semana es un acto de perdón.
Si no lo entendemos el perdón, no hemos entendido ni celebrado esta conmemoración. El perdón no se resume a una semana, el perdón es para toda la vida.
Eso es lo que en el fondo significa esta fecha, debemos centrarnos en el tema de la reconciliación y ¿por qué? En el momento que nacemos ya estamos viviendo el conflicto, el ser humano es un ser conflictivo por naturaleza.
Cuando el niño nace, si el niño no llora, la enfermera le da unas nalgadas para que llore, porque si no llora, hay sospecha que no está bien.

El conflicto es parte de la naturaleza humana.

Los hombres y mujeres nunca nos aceptamos como somos, siempre nos criticamos a nosotros mismos, no me gusta mi nariz, no me gusta mi pelo, no me gusta mi físico.

El primer conflicto es de nosotros con nosotros mismos. La reconciliación debe iniciarse cuando nos aceptamos a nosotros mismos tal como somos. Y no solamente entramos en rebeldía con nosotros, sino que también con los demás, siempre estamos peleando con el esposo, el hermano, la amiga, el padre, puesto que siempre queremos que la gente sea como nosotros queremos que sea.

Y ahí hay un tremendo conflicto.

También tenemos conflicto con la naturaleza, porque el medio ambiente está destruido, la contaminación más fuerte que antes, porque hemos explotado al planeta para enriquecernos a nosotros mismos, entramos en rebeldía con la misma naturaleza.

La última relación que hemos roto, que hemos creado conflicto, es la buena relación con Dios.

Hay entonces cuatro relaciones que hemos roto, que hemos quebrado, porque somos seres conflictivos.

Primera relación rota es del yo con el yo, cuando no nos aceptamos como somos. Segunda relación rota es con el tú de los demás.

Tercera relación rota es con la naturaleza y la cuarta relación rota es del hombre con Dios. Entonces, ante este diagnóstico, de que somos seres tan polémicos y conflictivos, entra la acción redentora de Dios.

Que hizo Dios, se reconcilió con la naturaleza del hombre. Dios decidió reconciliarse con la humanidad caída, una profunda reconciliación. Y este texto que se leyó es el mejor texto que recoge la teología del perdón, como Dios nos perdonó y se reconcilió con nosotros en Cristo Jesús.

Y vamos a ver el perdón y la reconciliación en tres etapas y las vamos a revisar una a una.

a ver el perdón y la reconciliación en tres etapas y las vamos a revisar una a una.

Hay prácticas que no estoy de acuerdo, cuando hablamos del perdón y decimos al hermano yo te perdono pero no olvido, porque me hizo mucho daño pero ya lo perdoné aunque no olvido.

Déjeme decirle que eso no es perdón.

Pensamos que el perdón se resuelve con una declaratoria, diciendo yo te perdono.

O en un culto unos se perdonan a otros, pero en el fondo no hemos perdonado, seguimos recordando lo que me hicieron o lo que yo hice. Todos tenemos que perdonar y recibir perdón.

Tenemos que comprender que el perdón no se lleva a cabo con una declaratoria, el perdón es un proceso, es un acto terapéutico que requiere de tres etapas:
Primera etapa: La muerte al yo. Recuerde que el perdón no se resuelve de un momento a otro, puede llevar meses o años, es un proceso terapéutico. Morir al yo, fundamentándolo en el texto bíblico. 5 Haya pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, Pablo está exhortando a la comunidad de Filipo que tengan la misma actitud de Dios en Cristo Jesús, que aprendan a perdonar como perdonó Dios. Luego dice: 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; Aquí Pablo está describiendo que Dios inició el proceso de reconciliación muriendo a su yo.

Es un texto muy enigmático y profundo, dice en el original griego morfé que lo traduce la Reina Valera como forma, pero también puede traducirse como naturaleza.

Si lo parafraseamos, sería: el cual, existiendo en esencia, en naturaleza divina no se aferró a su condición de Dios, sino que se despojó de ella.

Cristo muere a su yo, siendo Dios no se aferró a su condición de naturaleza divina

. Esto es muy grande y supera a mi capacidad intelectual. O sea, que Dios no podía iniciar la reconciliación si no abandonaba su condición divina, viniendo a la tierra en su condición divina. Las teologías nos enseñan la unión hipostática, que Cristo en la tierra era Dios y hombre.

Pero el texto me está diciendo en el tema del perdón que Cristo para iniciar el proceso y el camino difícil de la reconciliación con la humanidad murió a su yo, existiendo en forma de Dios no se aferró a su naturaleza divina sino que se despojó.

Uno de los enemigos más grandes que podamos perdonar a los que nos han ofendido es el “yo”, el yo es el peor enemigo del perdón, no soportamos ser ofendidos, atacados, heridos, lastimados, siempre defendemos nuestro propio yo y mientras más defendemos el yo, más dificultamos el perdón.

Miremos a Jesucristo, él inicia el perdón muriendo a su identidad divina, se despoja de su yo de Dios. Esta es la primera etapa, morir al yo.

Segunda etapa: La encarnación. No confundir la encarnación con la reencarnación, son cosas diferentes. La encarnación es ponerme en los zapatos del otro. Sustento bíblico: 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Murió a su yo, para encarnarse en el verdugo, ¿quién era el verdugo?

La humanidad.
Una buena práctica de la reconciliación se inicia, aparte de morir a la estructura del ego, en el encarnarme en el otro sin el ego. Esto es un absurdo para los terapeutas.

Yo estoy enseñando una terapia del perdón al estilo de Jesús.

Pero si usted va a escuchar una terapia del perdón desde el punto de vista de la psicología humana van a estar en contra de lo que yo estoy hablando. Para Cristo esto es una verdad. Cristo no solamente murió a su yo, sino que quiso ser uno de nosotros, para saber y sentir lo que vive la humanidad, amar como ama la humanidad, estar en los zapatos del que lastimó a Dios, quería saber cómo piensa la humanidad.

Nadie es inocente en esta vida. Cuando uno estudia el tema del perdón a profundidad, nos damos cuenta que hay víctimas que les encanta el papel de víctimas, van creando más conflicto al conflicto y se quiere hacer más culpable al culpable y así no se resuelve el odio.

¿Quién debe tener la iniciativa del perdón? Los terapeutas enseñan que la iniciativa la debe tomar el verdugo y está bien pero no necesariamente, porque si el verdugo no inicia el camino de la reconciliación con su víctima, tampoco la víctima es libre, porque está presa de su resentimiento y el verdugo tampoco es libre porque está preso con la culpabilidad.

Los dos deben liberarse con el perdón.

Cristo nunca dijo “yo soy la víctima”, la humanidad es la culpable. La humanidad ni siquiera tuvo la intensión de reconciliarse con Dios porque la humanidad estaba complacida con su pecado.

Pero Dios siendo la víctima inició el proceso de reconciliación, empezó muriendo a su yo, se despojó de su naturaleza divina y se encarnó en la humanidad.

Entonces Jesús entendió a su verdugo, tuvo más paciencia y tuvo perdón al verdugo, se confundió con él, fue solidario.

El perdón no hay que demorarlo, hay que encontrarlo rápido. Las víctimas también son culpables por demorar el proceso del perdón.

Los que viven el perdón al estilo de Dios en las tres etapas, mueren a su yo para encarnarse y empatizar con el que ofendió y aprende a ser más misericordioso y más humano y sensible.

Tercera etapa: Ser un facilitador de procesos, hacer crecer al verdugo que me lastimó o a la víctima que yo lastimé. Cristo no solamente murió a su yo, se encarnó y se hizo hombre, se hizo siervo y fue obediente hasta la muerte de cruz. Todo esto para darnos esperanza de vida eterna, para ser un facilitador del proceso, para asegurarnos que tuviéramos éxito. Porque el perdón no se resuelve con una declaratoria de palabras. No sirve dar abrazos hipócritas, el perdón se construye bajo las tres etapas. El perdón es una conducta, que es sacrificio, es una práctica que se toma todo el tiempo que sea necesario viviendo las tres etapas.